El Cusco, como capital del Tawantinsuyo, fue la metrópolis más grande e importante del continente. Debió haber sido una ciudad agradable y organizada. No son claros los datos sobre la población que albergó durante su nacimiento, ya que fue calculada en base a datos superficiales o imaginarios recogidos por los primeros cronistas.
La ciudad era de calles estrechas, normalmente rectas y correctamente empedradas. Las paredes de la zona central estaban construidas de piedra tallada, mientras que en los suburbios eran de adobe (barro-ladrillo) o pirka, mientras que las paredes tenían un tipo de rayado con estuco pintado o yeso hecho de arcilla.
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